martes, 27 de julio de 2010

El Imperio de los Sentidos


Este film clásico japonés de fines de la década del setenta describe una intensa y alocada relación amorosa que por su fuerte carga sexual traspasa completamente los límites de las fantasías y fetiches eróticos de la época. En esta historia dirigida por Nagisa Oshimay el placer alcanza su mayor plenitud hasta llegar incluso a la agonía.
El imperio de los sentidos es un ejemplo maravilloso de cómo se ha controlado tradicionalmente el arte. La película se basa en la historia real de Abe Sada, que asesinó a su amante en la década de 1930 después de una apasionada relación amorosa. La versión que Oshima hizo de la historia tenía un contenido sexual tan explícito que hubo que enviar las secuencias filmadas a Francia para el revelado, ya que ningún laboratorio japonés estaba dispuesto a tocarlas. Poco antes de su estreno en el festival de cine de Berlín, la copia fue incautada y decomisada por “pornografía dura”. En Israel, hubo que esperar a que el Tribunal Supremo levantara la prohibición sobre la película. Sus escenas de violencia y sexualidad automatizada fueron interpretadas, por lo general e incluso a escala global, como un ataque contra la moral y como una transgresión de las normas sociales.

Se trata de un film cargado de cierta extrañeza que explora el universo mas íntimo de una pareja, tan pero tan íntimo que transcurre casi completamente dentro de una habitación. Llevada con un ritmo lento, sostenido de una deliciosa atmósfera de gestos y detalles perfectos, A pesar de no estar dirigido a cualquier tipo de público triunfó precisamente por su seriedad en la presentación del sexo explícito. Varios detalles como la música, la fotografía, el vestuario y la naturalidad con la que están llevadas las escenas, la convierten en una película excelente dentro de su género y en una gran obra de arte.


viernes, 23 de julio de 2010

Fantastic Mr. Fox

Este film, el último de Wes Anderson previo a los preparativos para comenzar la filmación de “My Best Friend” cuyo estreno está previsto para principios del próximo año, me sorprendió muy gratamente teniendo en cuenta que no esperaba encontrarme con una película de Anderson realizada completamente en stop-motion. Y como era de esperarse, ya que si hay algo que le sobra a este director es sensibilidad, los personajes de Fantastic Mr. Fox, a pesar de no ser de carne y hueso, inevitablemente caen muy bien y traspasan la barrera de los dibujos o los films animados occidentales que muy difícilmente cautivan o conmueven al público adulto. Eso, sumado a la calidez y dulzura que caracteriza a los héroes y anti-héroes con los que sueña Anderson y que luego elige interpretar, como en todos sus anteriores largometrajes, con actores que ante él se entregan a filmar con el ansia lúdica de un niño logrando resultados excepcionales.
Mr. Fox, el personaje principal de esta película, es un simpático y perspicaz zorro que prometió dejar atrás su vida como ladrón de aves para buscar un trabajo tranquilo, al enterarse que iba a ser padre. Fox cuando recibe la noticia decide mudarse con su familia a una nueva casa, pero en ella
se ve tentado por sus vecinos granjeros a revivir sus días como animal salvaje. Es así como con la ayuda de Badger, otro personaje muy gracioso y querible, comienza como en los viejos tiempos a robar aves y mercadería de los granjeros vecinos hasta que despierta la ira de los tres hombres que dirigen las granjas y estos deciden atraparlo, cueste lo cueste.
Puede ser que quienes hayan visto los anteriores films de Anderson tengan la sensación de que a Mr. Fox le falta algo, pero yo recomiendo relajar la mente y predisponerse a ver una película liviana (y no por eso poco copada) y que se dispongan a disfrutar más que de la historia en sí, del gran trabajo artístico que hay detrás de cada escena del film.
Tal vez Fantastic Mr. Fox apunte a un público más general que las anteriores películas de Wes, mantiene un ritmo bastante plano pero intencionado, sin grandes sobresaltos dramáticos y sin situaciones hilarantes pero siempre ocurrentes. El film no deja enseñanzas fuertes ni tampoco persigue ese objetivo. Es una película para entretenerse, que se complementa con un buen guión y con un trabajo visual excelente que expresa continuamente la ardua labor de hacer con el stop-motion, una obra de arte estupenda, que aparentemente ha pasado bastante desapercibida en el mercado mundial cinematográfico.
Como dato común a todos los films de Anderson, podemos destacar que usualmente trabaja sobre los mismos temas pero desde ópticas diversas. Círculos familiares quebrantados, amores que duelen hasta lo más profundo, seres dañados que intentan subsanar errores del pasado, o adultos sensibles que buscan la aprobación de una figura paterna. En mi opinión, Wes es realmente grandioso, pero grandioso de una forma que no se llega a alcanzar ser ni con el mejor asesor de imagen, ni con las mil búsquedas de directrices prefabricadas y pretenciosas. Es grandioso porque le gustan las cosas adecuadas, y porque es “aplaudido por la gente adecuada” como diría Tibor Fischer. Es grandioso como lo era Chet Baker, o como lo fue John Coltrane, o, hablando de cine, como lo fue Wells, salvando las distancias. Grandioso casi sin querer, casi sin darse cuenta, porque parece entregarse a filmar siempre en grande. Wes Anderson parece un tipo agradable, detallista, dulce, que conoce mucho de música (más puntualmente, de discos realmente gloriosos) y que logra con sus películas resultados fantásticos, y me refiero a todas ellas: Rushmore, The Royal Tenenbaums, The Life Aquatic, The Darjeeling Limited, y ahora, Fantastic Mr. Fox.
El elenco de actores que ha participado del film para realizar las voces de cada uno de los personajes es fantástico, y es especialmente recomendable ver la película en su versión original para disfrutar de las voces de George Clooney, Meryl Streep, Bill Murray, Owen Wilson, Jason Schwartzman y especialmente de Willem Dafoe en el personaje de “Rata”.

martes, 13 de julio de 2010

Casshern

Casshern se estrenó hace ya alrededor de seis años, y fue dirigida por el director Kazuaki Kiriya quien concretó con este film su primer trabajo como director y guionista. Cuando la vi por primera vez, los colores y la fotografía me parecieron impecables, y solo un par de escenas bastaron para que me atrape sobretodo en cuanto a estética, ya que hasta los más mínimos detalles parecen obsesivamente pensados y logrados. Por otro lado, sentí ganas de meterme en la historia de amor sobre la que gira el relato, porque las escenas de amor que tienen lugar entre los protagonistas, son realmente hermosas. Se podría calificar a Casshern como un film de ciencia ficción, pero como en la mayoriá de las películas orientales, la predilección por el cine "multigénero" está presente. A través de imágenes perfectamente cuidadas y bellas, el film cuenta una triste historia de amor dentro de un original relato de ficción, en el que la genética y la manipulación de células para lograr el rejuvenecimiento del cuerpo humano son el detonante para la gran batalla que se libra en Casshern. Un científico con buenas intenciones pero manejado por una corporación maligna crea esta nueva casta, los "neo-seres humanos", con el objetivo de aniquilar a los seres humanos y levantar un nuevo mundo. La fotografía como ya dije, es increíble, y la música también es muy buena. Las escenas parecen transcurrir siempre dentro de una obra de teatro, los diálogos son muy cuidados y a lo largo del film se respira en exceso, amor y dolor.









Detroit Metal City



En Japón, y continuando con una tendencia que viene acrecetándose hace muchos años, no es extraño ver un manga que aparece de la nada, tiene muchísimo éxito, y comienza a envolver la ciudad con merchandising de todo tipo hasta invadirla por completo. Esto ha ocurrido con Detroit Metal City, al igual que con otros grandes éxitos como Death Note o Nana, ambos posteados en este blog en algún momento.
Detroit Metal City es un manga creado por Kiminori Wakasugi y publicado por primera vez en la revista Young Animal en el año 2005, pero que a fines de 2008, en manos del director Toshio Lee, llegó a la pantalla grande recreado con personajes reales. El nombre original del manga es, para los que ya lo notaron porque les gusta Kiss, una parodia de la cancion Detroit Rock City.
Negishi Souichi (interpretado por Kenichi Matsuyama, aquel que hacía de "L" en Death Note), es un chico tímido e introvertido que deja su tranquilo pueblo para ir a estudiar a una universidad en Tokio. Es una persona extremadamente sensible a la que le gustan las películas y canciones francesas, y que ama la música y disfruta de cantar y tocar la guitarra siempre con un estilo pop melódico hiper meloso. Pero resulta que Negishi es, secretamente, el líder de uno de los grupos más pesados del underground de Tokio: Detroit Metal City.
Lo llaman Johannes Krauser II y en cuanto se maquilla, se viste y toma la guitarra para salir a cantar junto con su banda, se transforma en una persona totalmente diferente. Al salir al escenario, Negishi se convierte en un psicópata obsceno, sádico y violento al que le gusta por ejemplo, abrir sus shows comiéndose algún murciélaguito o bicho del estilo.
Fuera del género pop romántico con el que Neghishi se siente identificado y con el que le encantaría poder hacerse famoso, los fans de Detroit Metal City enloquecen con las canciones brutales (compuestas por él) que no paran de disparar insultos y de desearle la muerte a todos, como el death metal indica que debe ser =)
Obviamente, la estética del grupo está altamente influenciada por bandas como Kiss o X Japan y la película es muy divertida porque está repleta de situaciones disparatadas y ridículas que los van a hacer reír mucho. Kenichi demuestra que como actor, es completamente camaleónico, y además es de destacar que el film está muy bien logrado en comparación con el manga (entre otras características mucho más notables para mencionar, me impresionó que con el maquillaje, Johannes Krauser II está igual en el film que en el manga original).
No se trata, valga la aclaración, de un film excelente ni mucho menos. Al principio, tal vez hasta les cueste un poco soportar la extrema sensibilidad de Negishi. Pero ahora ya saben, deben tener paciencia para verlo después, convertido en Johannes Krauser II! Además, lógicamente, hay una historia de amor que recorre el film y va llevando a Negishi a enfrentar todo tipo de situaciones divertidísimas.



Chocolate



Por supuesto quienes visitan de vez en cuando este blog ya deben haber notado mi atracción por las películas asiáticas. No sé bien cómo empezó a crecer adentro mío esta preferencia, pero asumo que mucho ha tenido que ver una especie de amor platónico que profesé hacia Bruce Lee desde que tenía 6 o 7 años. Me acuerdo de viajar con mi mamá en colectivos de larga distancia y esperar realmente ansiosa el momento que mi pobre madre mas odiaba: la aparición del VHS que prometía alguna película bizarra de artes marciales! Es cierto, era difícil dormir con los gritos de estos locos en plena pelea, pero cómo era posible que los demás intentaran dormir cuando semejantes piruetas se desplegaban en la pantalla? Con el tiempo fui notando que algunos como yo, se volvían más y más fanáticos y otros, simplemente no se sentían interesados en lo más mínimo en este tipo de cine. A quienes nunca le han gustado este tipo de películas, les sugiero hacer un último intento porque Chocolate lo vale, y a aquellos fieles seguidores del género como yo, les adelanto que no van a poder creer la increíble dinámica, velocidad y precisión de la joven JeeJa Yanin, protagonista de la película. Sí! Es una chica!
En Chocolate no hay dobles, y luego de los títulos finales es posible ver escenas del rodaje (muy divertidas) en las cuales se nota el enorme esfuerzo y talento de todo el reparto de actores.
Chocolate es de orígen tailandés y su director, Prachya Pinkaew, llegó a mi a través de Tom yum goong en el 2005. Desde que vi Tom yum goong hace unos años esperé ansiosa el próximo trabajo de Pinkaew y Chocolate, a pesar de tener un argumento bastante poco atractivo, me pareció de verdad excepcional.
En primer lugar, no importa que nos estén vendiendo un film de acción. Como sucede siempre o casi siempre con los films asiáticos, la estética y la fotografía son impecables y la historia, más allá de su contenido, está contada con tanta sensibilidad que lógicamente la película trasciende los límites de su género.
La protagonista, parece realmente muy joven. No logré averiguar su edad exacta pero no debe tener mas de 20 años y sí, pelea increíblemente bien. Tiene una técnica muy similar a la de Tony Jaa y en la película se la muestra fanática del actor (hay un juego intertextual que elige el director mediante el cual vemos a JeeJa siguiendo en la tele escenas de Tom yum goong). Además, es adicta al chocolate, a los videojuegos y es tremendamente fóbica a las moscas.
Su mamá está muy enferma y JeeJa a pesar de padecer un grado de autismo bastante importante desde pequeña, debe conseguir que aquellos hombres que le deben plata a su madre se la devuelvan para poder pagar los medicamentos y luchar contra la enfermedad que padece. Así es como se ve obligada a hacer uso de su habilidad y fuerza, cuando se da cuenta que estos tipos no son fáciles y no tienen intención alguna de pagar sus deudas.
Por mi parte, confieso esperar muy emocionada para ver como se las arreglan en Hollywood con la siempre probable idea de una remake. No va a ser tarea simple encontrar otra chica como JeeJa.

domingo, 11 de julio de 2010

The Boat That Rocked

Richard Curtis, director de este film, fue para quienes no lo conocen, guionista de películas como Notting Hill y Cuatro Bodas y Un Funeral. Pero The Boat That Rocked, en nada se parece a estas comedias románticas clásicas de los noventa. Está colmada de rock, apunta a otro público, y es una historia bastante más divertida y atractiva de ver por su vestuario, ambientación, banda sonora, y porque además, transcurre en medio del océano y eso la hace más disfrutable todavía.
La historia es un tributo a las emisoras piratas de música que funcionaron en Gran Bretaña durante los años sesenta, y produce por como se desarrolla el argumento, una cierta dosis de nostalgia por el swing y el color de aquellos tiempos. En la década del sesenta, la mejor del pop inglés, la BBC sólo emitía dos horas de rock and roll a la semana, pero las radios piratas inundaban el país con rock y pop las veinticuatro horas y veinticinco millones de personas, o sea más de la mitad de la población, las escuchaban día tras día mientras el gobierno intentaba prohibir su transmisión por todos los medios.
La película nos va metiendo en la piel de los dj's que conducen los diferentes programas de la radio, y desde este barco anclado en el mar del Norte, podemos disfrutar de dos horas de comedia y música en las que cada tanto, muy esporádicamente, aparece el drama.
La historia preponderante del film es la de Carl (Tom Sturridge), que es enviado al barco por su madre luego de ser expulsado del colegio, para reconsiderar su existencia en compañía de su padrino Quentin (personaje interpretado por Bill Nighy). Quentin maneja la emisora y está acompañado por un ecléctico grupo encabezado por "El Conde" (Philip Seymour Hoffman), un auténtico ídolo radial enamorado de la música, Dave (Nick Frost), irónico, inteligente y con un cruel sentido del humor; Simon (Chris O’Dowd), un chico amable que busca el amor verdadero; Midnight Mark (Tom Wisdom), enigmático y parco en palabras; Wee Small Hours Bob, especialista en programas de madrugada, música folk y drogas; Thick Kevin (Tom Brooke); On-The-Hour John (Will Adamsdale), el locutor de noticias; y Angus "The Nut" Nutsford (Rhys Darby), el hombre más pesado de Gran Bretaña. El guión está perfectamente estructurado y al menos a mí, por su ritmo, estética y calidad en los diálogos, me recordó mucho a The Life Aquatic With Steve Zissou de Wes Anderson, con mucha menos genialidad, claro, pero atractiva igualmente. El director alterna cortas secuencias entre las incansables gestiones del gobierno para prohibir la emisora, las divertidas situaciones que tienen lugar en el barco, y algunas imágenes rápidas de los oyentes de la radio disfrutando de la genial selección de música de estos locos fanáticos del rock. La escena final (por lo que aconsejo que la vean toda, si van a verla) es realmente buenísima, y le da a este film que no ha tenido muy gratas críticas pero a mi me gustó bastante, un aire de ejercicio revisionista del cine pop.

Hoy me desperté pensando en Cassavetes...

"Nunca nada es tan claro como se ve en el cine. La mayor parte del tiempo la gente no sabe lo que hace –y me incluyo–. No saben lo que quieren o lo que sienten. Solamente en las películas se sabe bien cuáles son los problemas y cómo resolverlos (...) El cine es una investigación sobre nuestras vidas. Sobre lo que somos. Sobre nuestras responsabilidades –si las hay–. Sobre lo que estamos buscando. ¿Por qué querría yo hacer una película sobre algo que ya conozco y entiendo?"
John Cassavetes


Hace unos meses atrás, exactamente el 3 de febrero pasado, se cumplieron 21 años de la muerte de John Cassavetes, este grandioso director neoyorquino referente del cine independiente, que supo capturar con su cámara en forma única y auténtica, el frágil e indescriptible universo del amor, el deseo y la pasión, cambiando, a mi entender, la apariencia del cine norteamericano para siempre.
Cassavetes comenzó su formación actoral en la Academia Americana de Artes Dramáticas de Nueva York y obtuvo pequeños papeles en teatro y televisión a lo largo de la década del 50. También durante esos años impartió clases de interpretación actoral, y precisamente de un ejercicio que realizó con sus alumnos en una clase, nació su primer film como director, "Shadows", del año 1959.
Además, Cassavetes interpretó diversos papeles en películas más populares como lo fueron "Doce del patíbulo", de 1967 (papel por el que obtuvo una nominación al Oscar) y "La semilla del diablo", más conocida como "El bebé de Rosemary" de Roman Polanski, estrenada en 1967.
Al igual que a Orson Welles, a Cassavetes le servía actuar porque aunque no fuera ese su último fin, era la única forma que tenía de financiar sus propias películas. De esa forma, trabajó cerca de cineastas como Brian de Palma, Daniel Mann, Giuliano Montaldo, Larry Peerce, Robert Parrish, Roman Polanski y Don Siegel, director de la conocida "The Killers", entre otros.


El aire un tanto casual y relajado de sus films contribuyó a que muchos declararan desde la ignorancia que las películas de Cassavetes eran improvisadas. Pero, como dijo Peter Falk una vez, "¿Quién diablos puede improvisar unas líneas tan buenas?". El director manejaba un guión y la mayor parte de las frases eran suyas, pero sus películas parecían tener el aspecto de la vida misma debido al profundo análisis que Cassavetes realizaba de la psicología humana. Sólo por eso algunos pasajes parecían espontáneos, porque daba la impresión de que la cámara los hubiese atrapado al azar.


Las experiencias de Cassavetes dirigiendo películas para estudios (como fue el caso de "Too Late Blues" y de "Ángeles sin Paraíso") no fueron las mejores. Cassavetes quería hacer sus propias películas, tener más libertad de acción y creación, y por eso decidió apostar al cine independiente definitivamente centrándose en sus propios guiones.
Durante la década del 70 realizó las que son consideradas sus tres mejores películas: "A woman Under the Influence" (por la que fue candidato al Oscar como mejor director y su mujer, la extraordinaria Gena Rowlands, estuvo nominada al mismo premio como mejor actriz), y posteriormente llegaron "The Killing of a Chinese Bookie" y "Opening Night", que estuvo olvidada durante años por falta de un distribuidor siendo sin dudas, una de las mejores obras de Cassavetes, del que son deudores cineastas como Pedro Almodóvar y su conocida obra "Todo sobre mi madre". Estas tres películas, todas realizadas en forma independiente, contribuyeron a ubicar a Cassavetes entre uno de los directores norteamericanos más reconocidos. Y yo, lo ubico sin lugar a dudas, entre mis directores norteamericanos preferidos de todos los tiempos.

Riget (El Reino)




Esta nota, como todas las que suelo publicar en el blog, es otra mezcla de reseña, relevamiento, análisis, que no busca perseguir el afán siquiera, de convertirse en una crítica cinematográfica. Creo que podría describir este ejercicio que cada tanto, me dan ganas de hacer, como el fruto de la compulsión que siento de vez en cuando de conversar sobre una película que vi y me impactó, o de un libro que leí y me gustó, o de la música de una banda que me provocó algo nuevo. Que se yo, a mí me pasa eso: cuando veo una peli, una serie, o escucho algo que me llega en serio, me agarra una cierta necesidad de conversar sobre lo que vi u oí, buscar material, cosas que me ayuden a conocer un poco más, a, de algún modo, apropiarme de eso que tanto efecto me hizo.
El Reino fue, originalmente, una miniserie para televisión en cuatro episodios, y es una de esas series que cuando uno lee en una entrevista que el realizador (en este caso Lars Von Trier), filmó ante la necesidad de ganar unos pesos, provoca inevitablemente un poco de envidia.
La historia es realmente buenísima, derrocha rareza, y se vuelve minuto a minuto, más y más escalofriante. Creo que está bastante afectada por ese terremoto que fue Twin Peaks (1990, David Lynch), pero con El Reino, Lars Von Trier suma un poroto a su favor logrando convertir esta creación en una miniserie de culto.
Es una historia cargadísima, que no se detiene nunca, fuerte visualmente y muy fuerte de contenido. Se sacude con violencia y naturalidad entre el naturalismo más feroz, entre el terror, el drama y la comedia, y suma sorpresas con una intensidad que la hace única.
En 2004, la televisión yanqui estrenó una versión adaptada por Stephen King (Stephen King´s Kingdom Hospital, tuvieron el tupé de llamarla los muy caraduras). Habría que verla para poder criticarla o recomendarla, pero la verdad, no me dieron ganas.


Riget 1:

Riget es un hospital de alta tecnología ubicado en una zona donde siglos atrás solo había pantanos. Allí, a la manera de las clásicas series yanquis de hospitales, médicos y pacientes llevan adelante sus vidas cotidianas con las maravillas y las dificultades que eso implica. Quien cuenta la historia, como decía antes, es un Lars von Trier muy influenciado por Twin Peaks... así que el resultado es un viaje violento en el que se cruzan los espíritus, el drama humano, el suspenso y el sentido del humor más descarnado y nihilista. Esta primera parte de la miniserie es un relato coral atravesado por una línea argumental básica que lo transita todo. Hay una fuerte interacción entre los personajes que pondrán en juego, a través de sus pasiones, pulsiones e intenciones, una serie de conflictos con un crescendo permanente. Y que encarnaran, a su vez, uno de los conflictos básicos planteado por la historia, aquél que enfrenta al espíritu y la materia.

Riget 2.

Parece que en un comienzo Lars von Trier no tenía intenciones de dirigir esta segunda parte de la serie, sino que pensaba dejar ese rubro en manos del co-director de la primera. Pero al tener finalizado el guión, cambió de idea. Para éste prescindió de uno de los tres guionistas de la primera, por lo que quedaron solo él y Niels Vørsel, con quien escribió su primera trilogía, aparte de estas dos miniseries. Luego, la intención de filmar más o menos rápido una tercera parte se malogró por la muerte de dos de sus actores, tal vez los personajes más potentes: Stig Helmer y la señora Drusse. Igualmente, pensando en los finales, resulta extraño esto. Porque en el final de la primera (que no pensaba continuar), impresionante por donde se lo mire, quedaban todas las líneas abiertas. Mientras que en el de la segunda, si bien quedan cosas a seguir, muchas otras se cierran claramente.

Hay mucho para decir de Riget. Muchísimos personajes, muchísimas secuencias, y una infinidad de detalles que solo pueden disfrutarse viendo la serie. Intentaré acercarles los links para que puedan verla completa, pero por ahora llegó el momento de despedirme.
Volviendo a lo que decía al principio, y a la ambigüedad que se me presenta al pensar en la dudosa utilidad de las notas de esta naturaleza, agregaría que quizás además de ser inútil, no lo es tanto. En primer lugar porque ya sabemos, a esta altura, que hay gente para todo, (como por ejemplo yo misma). Y en segundo lugar, porque realmente para los que nos gusta tanto el cine, hay pocas cosas tan buenas como encontrar unas líneas con las que conversar acerca de una película, o en este caso una gran miniserie, que nos haya impactado.