domingo, 11 de julio de 2010

Hoy me desperté pensando en Cassavetes...

"Nunca nada es tan claro como se ve en el cine. La mayor parte del tiempo la gente no sabe lo que hace –y me incluyo–. No saben lo que quieren o lo que sienten. Solamente en las películas se sabe bien cuáles son los problemas y cómo resolverlos (...) El cine es una investigación sobre nuestras vidas. Sobre lo que somos. Sobre nuestras responsabilidades –si las hay–. Sobre lo que estamos buscando. ¿Por qué querría yo hacer una película sobre algo que ya conozco y entiendo?"
John Cassavetes


Hace unos meses atrás, exactamente el 3 de febrero pasado, se cumplieron 21 años de la muerte de John Cassavetes, este grandioso director neoyorquino referente del cine independiente, que supo capturar con su cámara en forma única y auténtica, el frágil e indescriptible universo del amor, el deseo y la pasión, cambiando, a mi entender, la apariencia del cine norteamericano para siempre.
Cassavetes comenzó su formación actoral en la Academia Americana de Artes Dramáticas de Nueva York y obtuvo pequeños papeles en teatro y televisión a lo largo de la década del 50. También durante esos años impartió clases de interpretación actoral, y precisamente de un ejercicio que realizó con sus alumnos en una clase, nació su primer film como director, "Shadows", del año 1959.
Además, Cassavetes interpretó diversos papeles en películas más populares como lo fueron "Doce del patíbulo", de 1967 (papel por el que obtuvo una nominación al Oscar) y "La semilla del diablo", más conocida como "El bebé de Rosemary" de Roman Polanski, estrenada en 1967.
Al igual que a Orson Welles, a Cassavetes le servía actuar porque aunque no fuera ese su último fin, era la única forma que tenía de financiar sus propias películas. De esa forma, trabajó cerca de cineastas como Brian de Palma, Daniel Mann, Giuliano Montaldo, Larry Peerce, Robert Parrish, Roman Polanski y Don Siegel, director de la conocida "The Killers", entre otros.


El aire un tanto casual y relajado de sus films contribuyó a que muchos declararan desde la ignorancia que las películas de Cassavetes eran improvisadas. Pero, como dijo Peter Falk una vez, "¿Quién diablos puede improvisar unas líneas tan buenas?". El director manejaba un guión y la mayor parte de las frases eran suyas, pero sus películas parecían tener el aspecto de la vida misma debido al profundo análisis que Cassavetes realizaba de la psicología humana. Sólo por eso algunos pasajes parecían espontáneos, porque daba la impresión de que la cámara los hubiese atrapado al azar.


Las experiencias de Cassavetes dirigiendo películas para estudios (como fue el caso de "Too Late Blues" y de "Ángeles sin Paraíso") no fueron las mejores. Cassavetes quería hacer sus propias películas, tener más libertad de acción y creación, y por eso decidió apostar al cine independiente definitivamente centrándose en sus propios guiones.
Durante la década del 70 realizó las que son consideradas sus tres mejores películas: "A woman Under the Influence" (por la que fue candidato al Oscar como mejor director y su mujer, la extraordinaria Gena Rowlands, estuvo nominada al mismo premio como mejor actriz), y posteriormente llegaron "The Killing of a Chinese Bookie" y "Opening Night", que estuvo olvidada durante años por falta de un distribuidor siendo sin dudas, una de las mejores obras de Cassavetes, del que son deudores cineastas como Pedro Almodóvar y su conocida obra "Todo sobre mi madre". Estas tres películas, todas realizadas en forma independiente, contribuyeron a ubicar a Cassavetes entre uno de los directores norteamericanos más reconocidos. Y yo, lo ubico sin lugar a dudas, entre mis directores norteamericanos preferidos de todos los tiempos.

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